Carta declaratoria de Alberto Gallegos a César Cervantes, segunda página
- Título(s)
- Título
- Carta declaratoria de Alberto Gallegos a César Cervantes, segunda página
- Anotaciones:
- Contrario por el que yo hiba caminando, a una mujer jovén y bonita la que traía en brazos a un primoroso chiquítin, -con esta señora hago negocio, me dije- la abordé, y después de hablarle sobre la belleza y excelente calidad de los retratos de la Photo Chic, casa a quien yo representaba. así como de encomiar la hermosura de su chiquítin y la de ella misma, me compro tres cupones de a cincuenta centavos. Con mi peso cincuenta centavos ganado y lleno de contento seguí caminando hasta llegar a la esquina que forman las calles de Aquiles Serdán y Santa Veracruz. Al llegar a este lugar me quede un momento indeciso sobre que rumbo tomar. Fijé mi vista en el bello Edificio de Correos y me dije.- hace ya mucho que no doy una visitadita a esta oficina, hoy traigo buena suerte y de seguro hago negocio-. Con este pensamiento en la mente, de una manera resuelta me dirigí a dicha oficina. Una vez allí, me dirigí a una de las ventanillas que miran hacia el Teatro Nacional, hable a la señorita encargada de dicha ventanilla mostrandole los retratos; me manifesto que no tenía dinero y que mejor volviese el día de quincena. Estaba para retirarme, cuando se acercó un empleado de esa misma ventanilla a quien igualmente propuse los retratos; se excuso con algun pretexto de comprarme un cupón, sin embargo, de una manera muy fina y atenta, me dijo que para ayudarme, hiba a animar algunas de las empleadas sus compañeras para que me compraran algunos cupones. Para el efecto le di a través de las rejas de la ventanilla unos marcos con retratos y el talonario de los cupones. Al cabo de un rato regresó diciendome que ninguna de las muchachas tenía dinero y que mejor volviera el día de pago, que el con todo gusto me ayudaría a que colocara algunas órdenes entre las empleadas sus compañeras. En los momentos que dicho señor me estaba devolvíendo los retratos, se acercó una señora respetable, como de unos cuarenta y cinco a cincuenta años de edad, bien vestida, casi elegante y quién mirando los retrato exclamó: ¡¡que primorosos están!! ¿usted los hace? -sí, señorita, yo los ilumino haci como Ud. los ve-. -si es así, pase a mi casa por que quiero que me pinte a colores, igual como están esos, dos retratos que tengo en mi casa, apúnte mi dirección Av. Insurgentes No. 17, Srta. Aznar. Hice lo que me decia. Vaya a verme hoy sin falta entre tres y media y cuatro -agregó- y tendiendome su enguantada mano se despidió de mi de la manera mas atenta. Yo le prometí que iría sin falta. Después de despedirme del empleado de correos, obsequiarle un cupón y darle las gracias por su fina atención para conmigo, me fuí por diversas calles colocando algunos cupones mas. Serían las tres y media de la tarde cuando salí de mi casa de la calle del Sol para dirigirme a la de la Srta. Aznar. En la esquina de Lerdo y Camelia abordé un camión de la línea de Peralvillo-Guerrero. Legado que hube a la Av. Insurgentes, bajé del vehículo y me di a buscar el No. 17. Pronto localizé el número y llamé al zaguán de la csas de la Srta. Aznar. Nadie salió a abrir; volví a llamar con más fuerza obteniendo el mismo resultado; espere un rato y como nadie saliera a abrir, volví a llamar fuertemente una vez mas, el resultado fué el mismo, nadio salió a abrir. Iba yo a retirarme con la idea de regresar otro día, cuando se me ocurrió que lo mejor sería dejarle un recado. Así lo hice. Saque mi pluma de fuente y en una hoja de mi libreta de apuntes le escribí un recado, manifestandole que habia acudido s su cita, que deploraba mucho no haberla encontrado, pero que regresaría a otro día. Una vez que hube introducido dicho recado por una rendija del zaguán y cuando me disponía a retirarme, de la acera de enfrente, una señora vestida de negro y quien estaba parada en la puerta de una sastrería, me hizo señas llamandome. Acudí a su llamado y me dijo: -Ya ni siga Ud. tocando, la señora salió yo creo que regresa como a las cinco o las seis-. es la hora mas segura
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Ciudad de México, Distrito Federal, México
- Fecha de creación
- 1932
- Autoría
- Casasola: Fotógrafo
- Tipo de recurso
- Imagen fija
- Fotografía
- Descripción física
- Forma
- Rayaduras
- Dobladuras
- Depósitos adheridos a la emulsión/soporte indesprendibles
- Manchas
- Pérdida parcial de densidad
- Huellas digitales indelebles
- Depósitos irregulares de plata
- Hasta 12.7 - 17.8 cms (5 - 7 pulgadas)
- Negativo de película de nitrato
- Ubicación
- Fototeca Nacional
- Identificadores
- MID
- 77_20140827-134500:69933
- Catálogo
- 69933
- Catalogación
- Fuente
- SINAFO, MABC
- Digitalización
- Formato del original (GMD)
- Fotografía
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Formato del recurso digital
- Image/vnd.sealedmedia.softseal-jpg
- Calidad del recurso digital
- Acceso
-
Vista Impresión
- Título(s)
- Título
- Carta declaratoria de Alberto Gallegos a César Cervantes, segunda página
- Anotaciones:
- Contrario por el que yo hiba caminando, a una mujer jovén y bonita la que traía en brazos a un primoroso chiquítin, -con esta señora hago negocio, me dije- la abordé, y después de hablarle sobre la belleza y excelente calidad de los retratos de la Photo Chic, casa a quien yo representaba. así como de encomiar la hermosura de su chiquítin y la de ella misma, me compro tres cupones de a cincuenta centavos. Con mi peso cincuenta centavos ganado y lleno de contento seguí caminando hasta llegar a la esquina que forman las calles de Aquiles Serdán y Santa Veracruz. Al llegar a este lugar me quede un momento indeciso sobre que rumbo tomar. Fijé mi vista en el bello Edificio de Correos y me dije.- hace ya mucho que no doy una visitadita a esta oficina, hoy traigo buena suerte y de seguro hago negocio-. Con este pensamiento en la mente, de una manera resuelta me dirigí a dicha oficina. Una vez allí, me dirigí a una de las ventanillas que miran hacia el Teatro Nacional, hable a la señorita encargada de dicha ventanilla mostrandole los retratos; me manifesto que no tenía dinero y que mejor volviese el día de quincena. Estaba para retirarme, cuando se acercó un empleado de esa misma ventanilla a quien igualmente propuse los retratos; se excuso con algun pretexto de comprarme un cupón, sin embargo, de una manera muy fina y atenta, me dijo que para ayudarme, hiba a animar algunas de las empleadas sus compañeras para que me compraran algunos cupones. Para el efecto le di a través de las rejas de la ventanilla unos marcos con retratos y el talonario de los cupones. Al cabo de un rato regresó diciendome que ninguna de las muchachas tenía dinero y que mejor volviera el día de pago, que el con todo gusto me ayudaría a que colocara algunas órdenes entre las empleadas sus compañeras. En los momentos que dicho señor me estaba devolvíendo los retratos, se acercó una señora respetable, como de unos cuarenta y cinco a cincuenta años de edad, bien vestida, casi elegante y quién mirando los retrato exclamó: ¡¡que primorosos están!! ¿usted los hace? -sí, señorita, yo los ilumino haci como Ud. los ve-. -si es así, pase a mi casa por que quiero que me pinte a colores, igual como están esos, dos retratos que tengo en mi casa, apúnte mi dirección Av. Insurgentes No. 17, Srta. Aznar. Hice lo que me decia. Vaya a verme hoy sin falta entre tres y media y cuatro -agregó- y tendiendome su enguantada mano se despidió de mi de la manera mas atenta. Yo le prometí que iría sin falta. Después de despedirme del empleado de correos, obsequiarle un cupón y darle las gracias por su fina atención para conmigo, me fuí por diversas calles colocando algunos cupones mas. Serían las tres y media de la tarde cuando salí de mi casa de la calle del Sol para dirigirme a la de la Srta. Aznar. En la esquina de Lerdo y Camelia abordé un camión de la línea de Peralvillo-Guerrero. Legado que hube a la Av. Insurgentes, bajé del vehículo y me di a buscar el No. 17. Pronto localizé el número y llamé al zaguán de la csas de la Srta. Aznar. Nadie salió a abrir; volví a llamar con más fuerza obteniendo el mismo resultado; espere un rato y como nadie saliera a abrir, volví a llamar fuertemente una vez mas, el resultado fué el mismo, nadio salió a abrir. Iba yo a retirarme con la idea de regresar otro día, cuando se me ocurrió que lo mejor sería dejarle un recado. Así lo hice. Saque mi pluma de fuente y en una hoja de mi libreta de apuntes le escribí un recado, manifestandole que habia acudido s su cita, que deploraba mucho no haberla encontrado, pero que regresaría a otro día. Una vez que hube introducido dicho recado por una rendija del zaguán y cuando me disponía a retirarme, de la acera de enfrente, una señora vestida de negro y quien estaba parada en la puerta de una sastrería, me hizo señas llamandome. Acudí a su llamado y me dijo: -Ya ni siga Ud. tocando, la señora salió yo creo que regresa como a las cinco o las seis-. es la hora mas segura
- Idioma
- Español
- Origen
- Lugar
- Ciudad de México, Distrito Federal, México
- Fecha de creación
- 1932
- Autoría
- Casasola: Fotógrafo
- Tipo de recurso
- Imagen fija
- Fotografía
- Descripción física
- Forma
- Rayaduras
- Dobladuras
- Depósitos adheridos a la emulsión/soporte indesprendibles
- Manchas
- Pérdida parcial de densidad
- Huellas digitales indelebles
- Depósitos irregulares de plata
- Hasta 12.7 - 17.8 cms (5 - 7 pulgadas)
- Negativo de película de nitrato
- Ubicación
- Fototeca Nacional
- Identificadores
- MID
- 77_20140827-134500:69933
- Catálogo
- 69933
- Catalogación
- Fuente
- SINAFO, MABC
- Digitalización
- Formato del original (GMD)
- Fotografía
- Origen del recurso digital
- Reformateado digital
- Formato del recurso digital
- Image/vnd.sealedmedia.softseal-jpg
- Calidad del recurso digital
- Acceso
- Archivo Casasola
- Caso de Gallegos. Aznar
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